A MIS MAESTROS
DE AYER Y DE HOY:
Apreciados y admirados Maestros, desde el 15 de mayo de 1950, el Papa Pio XII nombró a San Juan Bautista de la Salle (Francia 30 de abril de 1651), como Patrono Especial de los Educadores.
Yo recuerdo con especial afecto a muchos de mis profesores, la mayoría, no a todos. Y recuerdo con especial afecto a la mayoría porque pasaron de ser mis profesores a ser mis maestros; y lo entendí cuando empezaron a preocuparse por mí como persona.
Su vocación los impulsaba a ver a sus formandos o estudiantes como seres humanos: cada uno con una historia diferente; con unas circunstancias diferentes; con un os gozos y alegrías, tristezas y llantos, de origen diferente. Ellos tuvieron en cuenta que la transmisión del conocimiento no era aprehendido de igual forma por todos: unos captaban velozmente, otros se demoraban un poco más y a otros les era casi imposible. Sin embargo, fueron mis maestros por que se sentían satisfechos hasta que el ultimo de la gran “maratón” del aprendizaje, llegaba a la meta.
Fueron mis maestros, que aun reposan en mis recuerdos y mi corazón, porque jamás me inspiraron miedo, mucho menos terror; me inspiraron respeto y aprecio porque tenían la verdadera autoridad que surge del ejemplo. Lograron el justo equilibrio entre la exigencia y la amistad. Solo exigieron cuando tenían la certeza de que todos habíamos comprendido lo que nos querían enseñar.
También entendí que eran mis maestros, porque de manera sorpresiva interrumpían la clase que respondía al currículo o al contenido asignado y nos daban una larga, sabia y amena charla sobre algún tema de la vida; querían contarnos que el camino de la vida que nosotros iniciábamos, ellos ya lo habían recorrido y entonces nos alertaban sobre los múltiples peligros que nos podían apartar de nuestros sueños o de nuestros objetivos.
Por todo lo anterior y mucho más comprendí que ellos estaban prestando el servicio de maestros por vocación, porque les gustaba lo que hacían y en consecuencia lo hacían bien. Lo dice uno de los receptores de su trabajo y por ello no los olvido.
Cosa que no sucede con los pocos que fueron mis profesores; hoy alcanzo a entender que solo llegaron a ser profesores porque estaban en ese sagrado servicio por necesidad, porque les tocó, porque no tuvieron otra opción y el resultado de ello fue que nunca saborearon lo que significaba ser maestro, aquellos a los que nunca se les olvida y siempre se les llevara en el corazón por haber luchado para que yo y mis compañeros fuéramos felices en la vida.
A USTEDES, MAESTROS SANLUISISTAS QUE ME RECUERDAN A MIS PROPIOS MAESTROS, MUCHAS GRACIAS POR LLENARME DE ESPERANZA AL SABER QUE LOS GRANDES GESTORES DE UNA COLOMBIA MEJOR AÚN EXISTEN Y SON USTEDES.
¡FELICITACIONES!
14 de mayo de 2021.
Fraternalmente,
Fray Hernán Elías Peña Quijano, O.F.M
RECTOR